Salpicón
Civilización/Barbarie
Hace quinientos años,
los colonizadores
llegaron a esta tierra,
portugueses y españoles.
Arrasaron con los pueblos,
instalando el genocidio.
Violaron el mundo,
sus raíces y sus niños.
Pasa el tiempo y el legado
de cuál es el bien y el mal,
los criollos mandan
con los gauchos atrás.
Guerras por la independencia
pal blanco de piel,
y el resto cambió de rey,
y el resto cambió de rey.
Un desierto fabricado
con campañas asesinas.
Territorio asegurado
por la oligarquía.
Eliminando rastros
y clavando una bandera,
se va instalando el odio
hacia el que cruza la frontera.
Sí a los europeos,
no al latinoamericano,
porteño superior
al interior y al conurbano.
Los cabecitas negras
pronto son negros de mierda,
son planeros y hunden el país,
todos chorros y deben morir.
Fue siempre Civilización o Barbarie,
en este genocidio
de ricos contra pobres.
Es siempre Civilización o Barbarie,
usamos las armas
de los conquistadores.
Vienen con las armas humeantes,
se prepara el batallón.
Suena el grito de la trinchera,
brota sangre del salpicón.
Que son chorros, que son vagos,
que se mueren por un plan.
Mejor que estén ocupados,
siendo objetos de caridad.
Si es patrón el desempleo,
las migajas mendigás.
Si el trabajo dignifica,
¡está jodida la dignidad!
Vienen con las armas humeantes,
se prepara el batallón.
Suena el grito de la trinchera,
brota sangre del salpicón.
Ya pasó el fin del mundo,
se agotó la novedad.
Ya no importa cuántos muertos
se apilan en la ciudad.
La amenaza continúa
devorando sin piedad.
Una peste sin vacunas:
la cepa neoliberal.
Vienen con las armas humeantes,
se prepara el batallón.
Suena el grito de la trinchera,
brota sangre del salpicón.
Con el odio hacia la tierra
y a quien lleva su color,
fijan precios y desprecian
la vida al mejor postor.
Estos dueños de la muerte,
el saqueo y la explotación,
son los amos y señores
del fuego en esta región.
¡Arde el mundo!
Vienen con las armas humeantes,
se prepara el batallón.
Suena el grito de la trinchera,
brota sangre del salpicón.
Cuando se volvió costumbre
la distancia y el temor,
el fascismo libre y ario
rugió en la televisión.
Hoy el pueblo se reencuentra
y hace carne su dolor,
grita que la calle es nuestra,
y es nuestra la rebelión.
Vienen con las armas humeantes,
se prepara el batallón.
Suena el grito de la trinchera,
brota sangre del salpicón.
Nunca hubo puja sin violencia,
ni paz sin una guerra,
poder sin resistencia.
América Latina,
poblada por ausencias,
sin tregua en su destino,
luchar es nuestra herencia.
Vienen resurgiendo del barro,
sigue retumbando su voz.
Con un cementerio en la espalda,
van pariendo la rebelión.
Vienen empujando la historia
con la rabia como motor.
Es la sangre de los vencidos
invadiendo al conquistador.